viernes, 30 de octubre de 2020

Un cuento político: ¿Qué van a tomar los señores?

¿Qué van a tomar los señores?
Esto era un cocinero que vivía cerca del Congreso
cuya depresión era tan grande
por culpa de la mala gestión del Gobierno
y la economía
que dejó de perder pasión por la cocina.

Un restaurante de alto standing
y muchas estrellas
cuya decadncia era contagiosa
y su dejadez propagada al resto de trabajadores.

—Nos ahogan. —dicen— Nos aprietan tanto
que ya no vale la pena perder el tiempo
limpiando raspas de pescado.

"—Señor, ésto está soso.
—Qué más da... he perdido la sal de mi vida."

Un mal día llegaron para comensales el presidente y su séquito.
Se quitó el sombrero y saludó,
pero no tan como de costumbre.
—Buenas. ¿Qué van a tomar los señores? —el
metrè había dimitido.
—Lo mejor que tengas en la carta,
como de costumbre.

Se puso de nuevo el gorro de cocinero
sin la redecilla del poco pelo que tenía
y se puso manos a la obra.
solo que no era una obra, sino la cocina,
y ésta estaba vacía,
así como el lugar salvo por sus excepcionales clientes
(habituales del restaurante).

—Tenemos que elaborar el presupuesto.
¿Qué establecemos para el pueblo?
Que luego nos abuchean
y ya empieza a oírse de fondo en los medios. —dijo uno.
—Pues no lo sé. No hay fondos. —respondió el número dos.
—¿Cómo?¿Que no hay fondos?
¿Y qué le digo yo a mi mujer y a mis tres amantes? —conforme decía ésto,
cogía un tenedor lleno de polvo de la mesa sin percatarse por lo lúgrube de la sala
de su suciedad.

Ese tridente le recordaría a cualquiera a alguien.

Tras un par de vinos reserva del 2007,
y unas cuantas copas sucias con pintalabios de más, llega la comida.

Tras poner una de las fentes en la mesa, un polvo blanquecino vuela de ésta.

Cualquiera podría esperar al levantar
la tapa de ésta —de la fuente—
un pavo real vivo, sin desplumar,
aún por degollar. O cualquier otro gallináceo de corral
a putno de darle muerte o matarlo de pena
por la falta de grano y de actividad.

—Bogavantes, langostas y cangrejos.
Y una sopa de pescado que no he identificado todavía...

—Al revés de como estamos acostumrbados a hacer,
hemos sustituido la carne de marisco viejo por carne de coco.
Y... hemos sustituido el coco por cerebro de rata. —añadió por lo bajini.

—¿Y esos gusanos del pestilente queso?
—Parásitos... —no muy claro si lo decía al casu.
—¿Y la sopa?
—Tiene espinas.
—Son raspas de pescado.

(...)

—Bueno, ¿Y a cuánto asciente la cuenta? Total, lo pagan "ellos".
—Sí. Invita el contribuyente. —ríen.
—75.000.000.000... o 17 años en la cárcel, a repartir por cabeza. —los cuatro comensales se peleaban por quién se lleva el año de más.

Una tuba enfurecida los espera en la puerta para que no se vayan sin pagar con palos y linternas a modo de antorchas.
—¿Preferís que hagan más "servicios" a la comunidad, chicos?
—¿Los dejamos que los procese el pueblo, o la ley... o la ley del pueblo...; o la cárcel...?
—¿Qué van a tomar los señores?