Qué dicha la mía
que de no tenerte tengo que suerte
que de tenerte no te tendría
tanto en mi pensamiento...
Qué gesta llevarte de recuerdo
ésta sensación de escribirte:
un poema, una canción
sin pedirla
Sin comerlo ni beberlo
porque me secas, deshidratadas
y me matas de hambre.
Y es por el amor.
Y esa mujer va a rematar me
si ya se llevó la poca cordura que en su cintura habitaba.
Qué pena, que no te tenga ni deba tenerte
porque parece que solo es fe que pueda quererte
como me quieres.
Como tú me quieras,
imperfecto y con dudas razonables, con sinsentidos
como los cinco que pierdo por solo hablar contigo.
Y ni gusto, ni olfato, ni ojos salvo oídos para ti tengo
desde donde me alcanza la vista.
«El amor de Dios quiso que no te creyeras que el mío es tan grande.
Como Zeus y una lluvia dorada de afortunada a bendición.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario